
Con casi cien años de diferencia Karl Linné (1707-1778) y Charles Darwin (1809-1882) ordenaron el pensamiento natural. Linné puso un nombre binomial a los animales y a las plantas; y realizo una clasificación morfológica que, en los seres más modernos, todavía funciona en muchos aspectos.
Sin embargo, Linné no supo trazar la línea evolutiva que de unas categorías superiores, como la clase (mamíferos, peces, aves…) podían haber surgido los diferentes órdenes (primates, roedores, équidos…). No supo ver el paso del tiempo; pensó que los seres vivos habíamos sido creados tal como somos ahora.
Charles Darwin fue capaz de comprender y explicar cómo funcionaba la evolución: por medio de la selección natural, que favorecía a los organismos más adecuados a un determinado entorno. Tras Darwin, la concepción de la Biología y otras ciencias afines, cambió. Se hizo comprensible el papel del paso del tiempo.