Hace 350 años, el arzobispo James Ussher de la Iglesia de Irlanda realizó un cuidadoso estudio de la Biblia y otras fuentes históricas y llegó a la conclusión de que la Tierra había sido creada el 23 de octubre de 4004 aC.
Las ideas de Ussher predominaron entre algunos científicos hasta bien entrado el siglo XIX. Sin embargo, la mayoría de geólogos creía ya que la edad de la Tierra era muy superior.
¿Cómo habían llegado, sino, los fósiles de crustáceos (conchas de animales) a lo alto de montañas? A pesar de que según Voltaire, las habrían perdido los peregrinos camino de Tierra Santa, el pensamiento geológico de la época ya atribuía el fenómeno a movimientos de la base de de la Tierra de tiempos muy anteriores.
Pero no fue hasta después de inventar la televisión y aplicar la energía atómica, que los humanos determinaron la edad de su propio planeta. El reloj que permitió una datación precisa de la edad de la Tierra, fue el reloj radiactivo, cuando se conoció el tiempo de desintegración de los elementos radiactivos.
Los elementos radiactivos son inestables, es decir, tienden a descomponerse en átomos estables mediante la emisión de partículas y radiación. Como este proceso sigue unas leyes muy precisas, se conoce con bastante fidelidad el tiempo que ha de haber sucedido para que la mitad de una determinada cantidad de un elemento inestable se haya transformado en otro elemento. Así se data la edad de las rocas.
Un ejemplo es el uranio. Una forma de uranio, la 238, es inestable. De manera natural se transforma en plomo, estable. La vida media del uranio 238 es de 4.500 millones de años. Un gramo de uranio incluido en una roca, tardará ése tiempo en descomponerse en 0,5 gramos de uranio y 0,4 gramos de plomo, tras emitir masa y energía en forma de partículas alfa y beta.
Así, 4.500 millones de años atrás parece la fecha de formación de la Tierra. Mucho más de lo que sugería el arzobispo de Ussher. Esta datación que establecieron los científicos en los años 1950 sigue siendo válida hasta ahora.
Programa 349 Contra la Biblia (2/3/2005)
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