Pensabas que si poder elegir entre dos opciones está bien, elegir entre muchas es mejor?
Pues no, algunos estudios han mostrado que una oferta abundante puede generar sufrimiento y hasta paralizar a una persona.
En los países desarrollados las personas son más ricas que nunca: la ciencia, la democracia y el capitalismo tienen y mantienen sus promesas. Sin embargo, diversos estudios revelan que las personas pueden sentirse infelices por nuevas causas. Un ejemplo: la oferta excesiva.
Según el comportamiento frente a una elección, las personas se pueden clasificar, en satisfacedoras y maximizadoras. Las satisfacedoras son las que aplican el criterio: ‘esto es suficientemente bueno según mis criterios estándar. Las maximizadoras, en cambio, son las que comparan productos para elegir el mejor.
Imaginemos un grupo de personas a las que se ofrece 1,5€ por rellenar un cuestionario. Una vez han terminado, se les ofrece una elegante pluma estilográfica, que, según se les dice, cuesta 2€.
El 75% de los participantes prefiere la pluma. Se comportan como maximizadores.
En una segunda prueba, se ofrece a los participantes los 1,5€, la misma pluma estilográfica o un par de rotuladores más baratos (cuyo coste sumaba también 2€). En este caso, solamente el 50% elige la estilográfica. Algunos se bloquean frente a la oferta.
Las personas que comparan productos antes de elegir, a pesar de elegir mejor, son quienes obtienen una satisfacción menor. Por una parte, frente una oferta exagerada, falta tiempo antes de decidir. Y las elecciones tomadas con prisas añaden dudas, inquietudes y arrepentimiento. Esta infelicidad se puede atribuir a los costes de oportunidad de los maximizadores: al elegir entre muchas alternativas aparecen sensaciones que no se asocian a ofertas menores. Ante dos alternativas, las personas pueden elegir comportarse como maximizadoras. Pero cuando la oferta es superior, los individuos se pueden quedar bloqueados y no elegir lo que les vaya a dar mejor resultado.
Desde tiempos inmemoriales, las fuentes de infelicidad eran la escasez y las limitaciones. Pero ahora, y por primera vez a esta escala tan amplia, aparecen nuevas fuentes: la oferta superabundante. La sobrecarga puede hacerte cuestionar las decisiones incluso antes de haberlas tomado. Puede favorecer falsas expectativas. Y puede hacerte maldecir una decisión imperfecta. A la larga, todas estas sensaciones pueden conducir a una parálisis de decisión. Cuidado, pues, con una oferta excesiva.
Programa 345 Qué nos hace felices (2/2/2005)
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Barry Schwartz