
¿Pensabas que los humanos estamos liberados de nuestros instintos? Pues no, en muchas situaciones de la vida nuestras acciones vienen determinadas por impulsos naturales que no dependen ni de la voluntad ni de la razón.
Así, los humanos, como los demás animales, tendríamos un gran componente predeterminado en nuestro comportamiento. Los psicólogos evolucionistas buscan las raíces de nuestro comportamiento en nuestro pasado, porque independientemente del origen y de la cultura de cada persona, tendemos a coincidir en la elección frente a una sorprendente variedad de situaciones. Sugieren que muchas de nuestras actitudes, en la búsqueda de pareja o la fobia a las arañas, por ejemplo, pueden estar seleccionadas desde hace millones de años. En el caso de la elección de pareja, concretamente, el impulso que nos lleva hasta la persona idónea puede venir determinado genéticamente.
El olor que emitimos cada uno de nosotros está producido por las moléculas volátiles que transpiramos. Y algunas de estas moléculas son atractivas para nuestras potenciales parejas. El zoólogo suizo Claus Wedekind realizó un experimento para determinar la sensibilidad de las mujeres frente al olor de los varones.
Seleccionó 44 voluntarios varones, según un tipo de molécula de nuestro sistema de defensa inmunológico. Dio a los voluntarios camisetas limpias y les pidió que durmieran con ella dos noches seguidas. Entonces dio a oler las camisetas a 49 mujeres, a las que pidió que puntuaran el atractivo de los varones según el olor. Y, de manera sorprendente, las mujeres eligieron una pareja genéticamente compatible. Es decir, eligieron a los muchachos portadores de las moléculas más diferentes de las suyas.
Esta capacidad para detectar los genes da una ventaja selectiva a las chicas: al ser protección frente a infecciones o enfermedades hereditarias. Por supuesto que ellas no eran conscientes de la relación entre las moléculas y su comportamiento, simplemente determinaban qué olor les parecía más atrayente. Sólo que, casualmente el olor más atractivo coincidía con la pareja que menos problemas genéticos podía causarle.
Naturalmente que no elegimos a nuestra pareja por compatibilidad genética, sino porque nos sentimos a gusto en su compañía. Pero no resulta extraño que nos sintamos confortables junto a una persona cuyo olor nos resulta atractivo. Y esta atracción puede ser debida a una molécula heredada.
Enlaces de interés
Sweaty T-Shirts and Human Mate Choice