¿Pensabas que fue Colón el que puso de manifiesto que la Tierra era redonda? Pues no, Eratóstenes, un griego del siglo 3 aC, lo consiguió con dos estacas, unas sombras, un viaje y su ingenio.
En el antiguo Egipto, a Eratóstenes, tercer director de la biblioteca de Alejandría, le cayó en las manos un papiro: contaba la leyenda de que en Siena, cerca de la primera catarata del Nilo en el Alto Egipto, durante el día más largo del año, la sombra de las columnas del templo iba acortándose hasta mediodía. Entonces, cuando el Sol estaba alto en el cielo, la sombra desaparecía. Y, en ese preciso momento, la luz entraba en un pozo y se reflejaba en el agua del fondo, por única vez en el año.
Eratóstenes creyó la leyenda y quiso ahondar en ella. Comprobó que, en el solsticio en Alejandría no pasaba lo mismo. Y quedó pensativo: ¿a qué se podía deber?
El Sol está tan lejos, que los rayos llegan paralelos a la Tierra. Si las sombras de estacas iguales producidas por rayos paralelos eran diferentes, Eratóstenes reflexionó, sólo podía significar que la superficie de la Tierra no fuera plana: fuera curvada. Y, si fuera una esfera, con unos simples cálculos podría conocer la circunferencia de la Tierra. Entonces aplicó su mentalidad más rigurosa: experimentó.
En el siguiente solsticio, hizo colocar dos estacas iguales, una en Alejandría y otra en Siena. A partir de estas medidas, la Tierra esférica de Eratóstenes tenía que medir: 114,28 x 360 = 41.142 km.
La medida de Eratóstenes, en el siglo III aC, fue válida durante 2.200 años y es una medida muy próxima a la que se considera correcta hoy: 40.076 km en el Ecuador y 39.945 km en los polos.
Programa 334 MIdiendo el universo (17-11-2004)
Enlaces de interés
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Eratóstenes (Wikipedia en español)