Hoy vamos a ver un experimento en el que se pone de manifiesto cómo al los sentimientos que se generan al presentar la imagen de un hijo o de un ser querido, se activan las mismas áreas cerebrales. Es la constatación de que el amor materno y el romántico se enclavan en la misma área.
La ternura, la intimidad y la generosidad que suscitan los hijos en una madre ocupan un lugar muy remarcable en la conducta humana.
Cuando una madre ve la imagen de un hijo, y se capta su actividad cerebral por resonancia magnética se activan unas determinadas zonas del cerebro.
Estos mismos sentimientos afloran cuando a esta misma persona se le presentan las fotos de su pareja o de su mejor amigo o amiga, se activan precisamente las mismas áreas cerebrales.
Al comparar esta activación con animales de experimentación, se detecta que la región que se activa en estos procesos está relacionada también con procesos de recompensa.
Pero lo más curioso del caso es que durante este mismo proceso se inhiben las áreas relacionadas con los procesos de crítica o de juicios negativos.
Así se explicaría por qué se pierde la capacidad de juzgar equitativamente a personas a las que se quiere de manera intensa.
Este experimento nos aproxima a una mejor comprensión de las bases neurológicas de uno de los instrumentos más formidables de la evolución: el que provoca que la procreación de las especies y el cuidado de la prole sean experiencias profundamente compensatorias y gratificantes. De esta manera, se asegura la supervivencia y la perpetuación.
Programa 329 Gays y lesbianas (12/10/2004)
Enlaces de interés
The neural correlates of maternal and romantic love, Andreas Bartels and Semir Zeki, Neuroimage
El amor materno