Desde los guisantes de Mendel, la genética ha evolucionado no sólo para conocer los fundamentos de la herencia, sino que puede establecer con precisión la identidad de una persona. Tanto es así, que no se concibe ya la investigación criminal sin la genética forense.
Gracias a los avances de la biología molecular, cuando en el escenario de un crimen encontramos una muestra biológica, sangre, semen, cabellos… es fácil determinar si pertenece a un sospechoso, comparando los marcadores genéticos de ADN.
Nos dirigimos al Instituto Nacional de Toxicología de Barcelona para estudiar el caso hipotético de una reyerta.
Las muestras que reciben los laboratorios forenses siguen un proceso de extracción del ADN, que tiene por objeto liberar el ADN. Una vez tenemos liberado, se multiplican los fragmentos a estudiar, porque suele llegar una cantidad de ADN pequeña. Para amplificar se utiliza una técnica fundamental en biología molecular: la PCR, reacción en cadena de la polimerasa.
Una vez amplificados, los fragmentos son secuenciados para poder comparar perfiles genéticos y establecer identidades. Se suelen comparar 17 variables genéticas. Si existe coincidencia se valorar estadísticamente, porque no se trate de un fenómeno de azar entre la población. Si no existe coincidencia entre los perfiles comparados se puede dar una exclusión.
Frente a los resultados será el juez quien determine la inocencia o culpabilidad del acusado.
Programa 308 La mente del psicópata (24-02-2003)
Enlaces de interés
Grupo español y portugués de la Sociedad Internacional de Genética Forense
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Entrevista